Igor Wilkomirsky – La persona que más patenta en Chile. Tratamiento de residuos



Igor Wilkomirsky se rie cuando lo nombran por el título que ha adquirido en las últimas décadas: “La persona que más patenta en Chile”. Como ingeniero Químico egresado en 1962, con estudios de magister y Doctorado en Estados Unidos y Canadá, se ha dedicado al desarrollo tecnológico durante la mayor parte de su vida.

“Fuimos de los primeros en patentar en la Universidad de Concepción y de ahí comenzó a desarrollarse una cierta fluidez. Con los años ha ido cambiando la actitud de terminar con un trabajo en un paper, a favor de un producto tangible. Mucho del trabajo académico se financia con fondos estatales, pagados por todos los chilenos. Yo encuentro que, como científicos, deberíamos tener una cierta responsabilidad ética sobre el uso de estos recursos, y esto no puede sólo limitarse a publicar”, afirma Igor, quien a la fecha ha publicado 3 libros. “Tenemos que ir más allá, sobre todo en la ingeniería. Difícilmente podemos impactar si nos quedamos sólo en el laboratorio”.

Gran parte de su trabajo se ha enfocado en la metalúrgica y química, particularmente en la recuperación de recursos en el proceso de fundición de cobre. El equipo de Igor desarrollo actualmente una tecnología para el tratamiento de concentrado de cobre que podría reemplazar tecnologías obsoletas en materia ambiental.

“Es difícil innovar, especialmente en Chile, por nuestro complejo de inferioridad tecnológica. Seguimos creyendo que, si algo es bueno, debe haberse desarrollado en el extranjero. En este caso, no se le ocurrió a un gringo, a un alemán o a un japonés, sino a alguien en Concepción”, critica. Según Igor, esta falta de confianza no sólo puede significar una pérdida de oportunidades, sino que pesa enormemente al momento de tomar decisiones en una empresa.

Por esta razón, el académico recomienda a sus pares a considerar también oportunidades laborales en la empresa. “En el sector privado, por lo general, uno tiene una visión más aterrizada de lo que es posible y difícil de conseguir. Una combinación entre la empresa y la academia es por eso lo más adecuado para innovar”, concluye.